Cuando un informático trabaja en la creación de un software para gestionar una historia clínica en una consulta de un médico, este software no puede ser simplemente una base de datos de acceso, tiene que tener control de accesos, traçabilitat, perfil de usuario…

Así lo explicaba ayer el presidente de la Asociación Profesional Española de Privacitat (APEP), Ricard Martínez, en la jornada Diálogos TIC: la privacitat en el desarrollo de software: obligación y oportunidad, celebrada ayer por la mañana en el Parque Científico y Tecnológico de la UdG y con la colaboración de Aenteg.

Una jornada que sirvió para poner en común dos filosofías, dos maneras de hacer las cosas, tanto en tecnología como en derecho. Por eso, reunió más de una cincuentena de juristas y programadores que pudieron presentar sus dudas. “Cada vez más la tecnología tiene que mirar hacia el derecho para desarrollar sus tareas”, explicó Martínez, que fue también uno de los ponentes en la jornada, y que añadió: “Los procesos de gestión de desarrollo de un software aparentemente son sólo tecnológicos, pero en el momento en que el mundo de internet, de las aplicaciones móviles y de los servicios on line se abre a la sociedad, se tienen que cumplir ciertas normas.”

Así, por ejemplo, cuando una persona cede sus datos personales a una aplicación, tiene el derecho de saber a quien se pasan aquellos datos, y esta es un trabajo que los programadores tienen que prever. El software recoge gran cantidad de datos personales que pueden ser ofrecidas a terceros por cuestiones publicitarias, por ejemplo. Aquí es donde hay parte del negocio de algunas aplicaciones que, a pesar de ser gratuitas o tener un coste muy bajo, “ceden” la información personal a terceros. Por eso, los usuarios tienen que saber, previo al uso de la plataforma de comercio electrónico o de una app, qué información personal se recogerá, para qué finalidad y con quien se compartirá, explica la APEP, una entidad sin ánimo de lucro que reúne más de 350 profesionales.